Migrar, en el sentido de cambio y transformación, es uno de esos ejemplos de dualidad ante un problema, manifestado en la realidad/vida como contradictorio o controvertido. Hacer las maletas y convertirlas en un nuevo hogar, puede ser un drama, en todos los sentidos.
Migrar hacia el corazón, con altura consciente, con benevolencia desprejuiciada o ingenua, tiene sus consecuencias. Como cualquier migración física, la migración hacia el alma del corazón supone perder algo para ganar algo. Y asimismo puede llevar consigo una tragedia, y mucha tristeza. Pero si se trata de cambiar a las lecciones de la aceptación de la información del amor supremo o trascendente, migrar siempre será una acción inclusiva. Entender y conocer será el comienzo de aceptar/perdonar y agradecer. Siempre habrá que trabajar con la benevolencia, que es la actitud de abarcar las zonas apartadas, oscuras, olvidadas y abandonadas en cualquier dimensión que estemos tratando. Y duele por la emoción facilitada por la costumbre.
Migrantes que después de haber cruzado todos los límites, son apaleados por la Europa y la Norteamérica (EEUU) de la reacción. Pero los verdugos apaleadores no son más que los ejecutores de la disfuncional conciencia global/local propiciadora de miseria socioeconómica internacional, y precisamente de falta de compromiso con la libertad y la dignidad humana y su ser trascendente. Así, es difícil migrar hacia otros terrenos, pero la voluntad humana sigue mostrando las pruebas, los testimonios, los testigos, reiterativamente. ¿Será para que aprendamos que el proceso psíquico externo y su energía/información/acción empleada (en negativo, despreciada, por tanto malempleada), no es más que el proceso psíquico interior que busca ubicarse y reorganizarse en equilibrio y regulación?
Migrantes ya de varias décadas del siglo XX, que encuentran el éxito en los deportes –y en el deporte del fútbol en Europa– que ganan los campeonatos –como el último Mundial ganado por los franceses– y que lideran el mercado de fichajes. Irónicamente el deporte donde más dinero mueve en todo el mundo, es el que proporciona el ejemplo de integración/unión hacia la misma causa: ganar. Habrá que quedarse en esa metáfora externa para entender la interna: suma a tus emigrantes internos a la causa de la excelencia.
Migra hacia el corazón ganador. El alma y el espíritu son los que ganan, porque están las almas llamando al cambio/transformación. Una llamada al desplazamiento, a cargar con la mochila, con el peso muerto, a perder por causa de la salud, a corazones y almas, para que la alarma se dispare desde fuera, con el sufrimiento, la injusticia, todo para emigrar hacia el corazón. ¿Sólo entendemos a la fuerza, en la tragedia, en las crisis, en los enfrentamientos?
En la fecha de 18 de Noviembre de 2020, migrar hacia el corazón es lo perentorio, aunque es difícil, muy difícil, ya que la polarización mal-bien, miedo-amor se presenta exacerbada. Si el deseo del alma es encaminarse hacia esa frecuencia luz, esa energía del alma con corazón (con su entendimiento y conocimiento de unidad), notará que lo más perjudicial para esta transformación, está más visible, mucho más, para descubrir su metáfora, su significado inverso: la oscuridad se comprueba cuanta más luz aparece.
Por tanto, el desfallecimiento está servido, pero nadie piense que la potencia de la vibración trascendente no se pueda desarrollar, expandir como onda de equilibrio, sanación y benevolencia. Se trata de imaginar el estado de paz interior y exterior. Dar imágenes al estado de coincidencia de opuestos, a la vibración energética que se ordena en unidad: el estado de inocencia y paraíso. Desarrollar nuestra conciencia de creatividad frecuencial lumínica, pero con imágenes visuales y estadios de construcción social y experiencial.
La metáfora de lo inverso, esa energía-información desechada por el ser humano va a seguir realizando castillos para franquear sus aparentes seguridades dadas por la inercia consciente e inconsciente. Sólo que, como en mi tierra llamamos a los fuegos artificiales, castillos, me parecen más fascinantes si explotan en el cielo con multitud de luces que nos recuerdan la nuestra propia (otra metáfora), la luz del alma con corazón.
Eduardo Beltrán Jordá