
¿¡Por qué me meteré en estos temas!?
Entiendo el amor, ayudándome de nuestra experiencia humana en cuestiones de alma y psicología traspersonal, como la energía que atrae hacia la unión. El amor une a los seres humanos distintos y semejantes para entender y experimentar la herida, la cesura producida por la experiencia vital que nos hace olvidar, desconocer o añorar un origen, perdido o ignorado. Un origen sin origen que dirán los filósofos y que nos hace sentirnos huérfanos dentro de la experiencia vital.
Esta pérdida o sensación de la nada se cubre con diferentes proyecciones, situaciones dramáticas, energías emocionales no comprendidas o heridas que pueden ser de la infancia, y si crees que existe algo más antiguo, puede que se proyecten desde tus clanes familiares, antepasados o ancestros.
Las heridas las imagina la psicología del ego que individualmente nos defiende del dolor, del sufrimiento y el sacrificio y fabrica máscaras o actitudes en forma de personajes. Dependerá de la salud emocional del individuo que sean personalidades coherentes o incoherentes, o que estén dentro de un cierto bienestar armonizado o que supongan un comportamiento nocivo. También dependerá del grado de consciencia al que haya llegado la persona, para equilibrar sus heridas psicológicas.
Pero ¿por qué pregunto que el amor está sobrevalorado?
Porque creo que es de los mejores sistemas o programas que se han elaborado para la controversia entre el conocimiento del sufrimiento y la libre elección o libre albedrío. Y porque tiene una carga psíquica de pensamientos, sentimientos y de estructuras de poder desde hace milenios, que crea una influyente masa de energía, que condiciona la vida del ser humano intensamente.
¿Habrá elaborado estos programas el ser humano para dicha controversia, porque no es capaz de decidir sobre su experiencia de la vida sin que prime la dualidad que manifesta inconscientemente y vive en pleno nihilismo o en plena evasión? Puede que el ser humano no sea consciente de hasta dónde llega la manipulación hacia el dolor o el sacrificio, por eso a veces da que pensar si es propiamente humana la configuración de un sistema tal que nos moraliza y nos condiciona al ser víctimas y verdugos al mismo tiempo. Da que pensar si es extra humano.
El amor, si es unión es para el conocimiento del saber vivir en la vida, pero no sabemos comprenderlo sin pasión pues nos gusta el drama y queda muy bien tanto para seguir con la biología y la psicología del bienestar, la vanidad, el placer y la procreación, como para la violencia psicológica y física entre seres humanos.
Con lo que llevamos de siglo XXI ya comienzan a verse atisbos de desinhibición generacional, pero la identidad de género con respecto a la actitud amorosa es un dilema que está enfocando más la cuestión en el exterior de los sentimientos y la forma en que se dan (nada nuevo), y no en cómo es la calidad de conciencia que reside en ellos. Quizás haya demasiada teatralidad a la hora de mostrar una desinhibición necesaria para la libertad amorosa, sea de la forma en que se quiera dar. Quizás la evasión del amor/hedonismo que niega el sacrificio se esté dando exteriormente y sin una profunda responsabilidad interna y hasta razonada.

Si el amor es unión consciente, siempre es positivo. Asi sea apego consciente, hace crecer. El apego es siempre experiencia, sea positiva o negativa. Si el amor es dramático también hace crecer pero deja mucha energía y salud por el camino. No voy a los extremos que ya sabemos que existen. Es muy probable que toda unión sea de dependencia, pues toda dependencia es una complementariedad, sea beneficiosa o nociva. Lo que necesitamos siempre es conciencia consciente en la situación en la que nos encontremos. Es decir saber dónde y cómo nos encontramos, aunque no podamos descubrir por completo el por qué de esa situación y de tantas otras.
No hay otra misión para el ser humano que la creación de su propia experiencia, dejando siempre fuera -en la medida de nuestars posibilidades-, las tendencias del contexto, las estructuras de control, las fórmulas de las tradiciones ya sean exotericas o esotéricas, que nos influyen y controlan, confrontándonos, y que suelen estar manipuladas o elaboradas para quitarnos la energía como la fuente original que nos pertenece.
La libertad es tu propia energía primordial creando tu propia experiencia.
Y recuerda dos cosas; que no hay nada ahí fuera más importante que la sensación de aumentar tu propia energía individual; y que la conciencia de esa fuerza es sabiduría completa de vida y es tu poder.