La unión de «los otros»: la voluntad de la honestidad con el Ser

Son tiempos de manifestar la condición-voluntad, ya sea emocional o sentimental, la de género o la sexual. Pero no solamente se da en este ámbito: hoy las expresiones definitorias de gusto son variadísimas, desde los adeptos a los tatuajes hasta los adscritos al comercio de los “rarismos”.

Yo podría haber sido incluido en algún rarismo porque no he coincidido con ningún grupo plenamente –excepto de forma episódica–. La inclusión grupal o colectiva me es esquiva ya que creo estar individualmente, a cada paso, intentando ser honesto con una frecuencia de información que pueda ser primordial, que es una de las mayores tareas del ser humano, si no la única. Esto que suena tan ostentoso no es más que prescindir de representaciones simbólicas que hacemos de nuestras experiencias, que sería la segunda tarea más importante de cara a la libertad individual. Un ejemplo de las representaciones sería la aparición de todas nuestras acciones en las redes sociales, importando más el hacer para aparecer que el hacer para sentir la vida.

De un modo terapéutico y psicosomático se dice que la honestidad con la recomposición de las partes o dimensiones separadas del individuo, es el sentido de la vida. Sería el propósito de adquirir consciencia de las diferentes frecuencias (pensamientos y emociones) o experiencias no reconocidas.

Ha habido una historia de la búsqueda del Ser, una mística, un periplo hacia lo supremo. Hubo y hay guías y grupos que conectan con su yo superior, que dictaminan cómo hablar con el yo trascendental. En mi opinión, y la de algunos más, no hay nada superior al ser humano. Pertenecemos no a un Universo ordenado (Kosmos) con un fin determinado (finalidad) sino que formamos parte de una Fuente primordial en la que todo se incluye en múltiples dimensiones y posibilidades, que incorpora la experiencia como una razón de ser más, como un elemento a manifestarse más entre tantos otros.

La búsqueda de la honestidad (ser honesto denota exigencia y responsabilidad). Tener la compostura de asumir las partes no reconocidas, no experimentadas o no vividas. La reivindicación de lo femenino mujer, lo homosexual, lo bisexual, lo queer, lo no binario, o lo trans, forma parte de esa conciencia. Lo que ocurre es que tiene parte de tendencia de época ideológicamente progresista, y de dispersión propia de las creencias sustitutivas de búsqueda del Ser. Es decir, se parece más a participar de sesgos “raristas” en los sentimientos particulares, que a entender y asumir con armonía las disfunciones o problemas de la vida y su experiencia, como una vía de amor, honestidad, integridad con el Ser.

En síntesis, la aceptación de “los otros o los raros” dentro de uno mismo, es un trabajoso espacio donde solemos distraernos superficialmente entre vanidosos egos y con sustituciones escapistas. No siempre es así, pero mayormente se participa de ello también.

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