Felicidades por la Navidad, el nuevo Sol e Inteligencia que amanece más potente para experimentar su sabiduría por los sentidos de la vitalidad, la vida.
Navidad es existir de nuevo, es decir, nacer. Existir o nacer son los procesos más visibles del Ser, el cual confecciona un cuerpo para dichas experiencias. Navidad es volver al cuerpo. En realidad somos un cuerpo del Ser, o una existencia del Ser cuya visibilidad no solemos entender sin el “cuerpo de la vida”.
Es posible que nuestros impedimentos con los cuales entorpecemos la circulación del fluido de la fuerza y vitalidad del Ser, tengan que ver de alguna manera con los problemas de salud que tenemos.
La Navidad no es más que volver al recuerdo que tiene el Ser para seguir con su autoconocimiento y aprendizaje en los que es imprescindible la existencia. Ese reiniciar es su poder y su sabiduría; es la consciencia de que Ser y Existir son parte de la unidad.
No hay que olvidar que el Solsticio de Invierno, está asimilado al Sol Invicto del paganismo romano precristiano. El Sol que renace de su letargo para comenzar de nuevo con su poder manifestado ganándole a la noche. (El sol también fue divinizado por el Antiguo Egipto). El cristianismo adoptado del tardío Imperio Romano, hizo coincidir este sol invicto con el nacimiento de un nuevo dios, en este caso Jesucristo.
La Navidad no es más que el reconocimiento a la renovación del cuerpo de la luz inteligente o del Ser. Es comenzar de nuevo, es dar a luz una oportunidad nueva. Es por ello que en la simbología cristiana se dice que nació el Hijo de Dios, que Dios se hizo cuerpo (carne). Símbolo o metáfora de que el Ser existió, de que existe constantemente en la vida humana. Nada que tenga cuerpo sólido, perceptible o material escapa a la existencia de la sabiduría del Ser. Por tanto la multiplicidad del Ser es evidente.
Pero la importancia del ser humano es la conciencia especial de su existir y vivir, y será idóneo darse cuenta de la conciencia del Ser y su Inteligencia, que también es la conciencia de la unidad. Es por ello que la Navidad no es para unos pocos creyentes cristianos católicos, es para todo el que tenga una existencia, un cuerpo y haya nacido. Bueno, y que se lo crea.
¡Feliz Navidad!