Discutes con… casi siempre con alguien, o puede que con tu mascota porque no hace lo que consideras que es lo correcto para ti -o para ella-. Pero no piensas el motivo de las discusiones, o no es tan cómodo hacerlo, porque tiene consecuencias -sí, mejor dicho, siempre tiene consecuencias-. Aunque, escucha, me pregunto qué ocurre, ¿por qué caigo siempre en la misma trampa psicológica?, ¿por qué me golpeo siempre en el mismo canto del mueble de esa esquina, que tanto me molesta de mi relación personal con alguien? «No se, es que soy así»…, no, mira, espera, es que nadie te ha dicho que puede que estés acostumbrado a ser así….
Ahora que revolotean los difuntos -fieles o infieles- a tu alrededor multitodo (emocional, mental, cultural, genético… en fin…) es bueno saber que si tu relación personal con alguien se decanta por el perdón (es decir si necesitas pedir perdón a alguien, o alguien necesita pedirte perdón), ¡dale duro al karma y despierta!
Lo del perdón debes estar acostumbrado a verlo en las películas de Hollywood, donde pedir perdón es como pasear los domingos por el parque, y es su utopía (pues déjalos, también la tienen), pero los que no nacimos en Hollywood sabemos que no sabemos pedir perdón ni recibirlo, pensamos tal vez que es una nueva escusa psicológica para continuar peleando más adelante, de nuevo, otra vez, «again» o «forever».
«Es que»…. Eso es, el «es que» es el «tatoo» que más nos gusta pintarnos en la piel, la salida más ancha para que no te des cuenta… ¿pero de qué me tengo que dar cuenta?… De lo sencillo o complejo (y derivados de la sencillez y la complejidad) que aparentas ser con el sufrimiento, el victimismo, el sacrificio y el menosprecio. Pídete perdón porque no has logrado sacar nada en claro de esos rasgos, y de nada ha servido continuarlos. Pídete perdón y rebaja el nivel de estrés pues haces el papel del clan asignado. Por tanto, de qué ha servido que tus difuntos -santos o no- hayan hecho lo mismo que tú, en vano, en balde, oye para nada (si se entera tu tío abuelo…)
Ya, pero ellos no tenían ni idea… por eso… tu tampoco… ¿y si ahora tienes idea y resulta que te das cuenta y entra luz de colores del arco iris por tu antena pineal y te vuelves «happychic», y te entra la neurosis genealógica y llegas a la conclusión de haber estado sufriendo y sacrificándote por haber tenido un clan opresivo en los patrones de la abogacía, el miserabilismo, la medicina, la tacañería, la oligarquía, la sociabilidad, la judicatura, la notaría, el buen vivir, el alquilar para vivir, la socialdemocracia o la democraciacristiana, en el del sindicato del pie torcido, en el de la industria del tentempié, o en la génesis del apostolado católico, o marxista o leninista o de las JONS?
Pide perdón porque no has caído en la cuenta de que los difuntos tal vez no habrán muerto para el nihilismo y las flores del día 2 de Noviembre. ¡Ah y porque estás repitiendo la inconsciencia material de la que ellos también participaron pero con tecnología nueva y sin saber usarla! Es decir, que tienes los medios a tu alcance para pedir perdón por el desconocimiento del motivo de todos los patrones que posees de tu conciencia familiar de odio, aversión, miedo y enfermedad, sacrificio y sufrimiento, pero no te enteras, lo sigues creando y echas a perder las lecciones que ellos realizaron y que tú aun no sabes interpretar.
Haz como los indígenas norteamericanos y sudamericanos: honra a tu clan, pero desde tu conciencia de salud, vitalidad, creatividad y prosperidad (y mucha luz arco iris). Tu clan posee los mismos esfuerzos bioquímicos y energéticos que tú (algo tendrás que saber tú de ellos o ellos de ti: el afamado ADN basura que es oro y diamantes por descubrir).
Aunque te cuento una cosa: toda consciencia e inconsciencia es inteligencia universal y amor, así te enteres o no. Pero mejor si te enteras porque el amor incondicional (o sea, todo) te persigue…
Origen de la fotografía:
(https://es.noticias.yahoo.com/blogs/cuaderno-historias/mas-famoso-enfrentamiento-entre-dos-clanes-familiares-estadounidenses-105957878.html)
Eduardo Beltrán Jordá